Una sola vocal para nombrarte,
A de Ángel, A de Amor, A de Armonía,
tu canto es como un himno a la alegría,
tu vida, un compromiso con el arte.
Tu voz para mi alma es un baluarte,
lo llevo en mis oídos cada día
cual dulces manantiales de ambrosia,
jamás mi corazón ha de olvidarte.
No entiendo estos caminos de la suerte,
la tinta de mi pluma fluye triste
queriendo agradecer lo que nos diste.
Pero hay una razón para ser fuerte,
sin dudas has vencido hasta a la muerte.
Sé que no volverás, nunca te fuiste.
A TAMARA CASTRO por Darío Ernesto Muñoz Sosa
¿Por qué la muerte?
A ti morena bella, sublime tu melodía
No ha perdonado otro instante, de vida
Para oírte otra vez más
Jaula eterna que aprisionó tu voz cristalina
En un yermo desolado las almas todas
¡Perder tu bendición, tu voz!
Me rehúso a pensarte, fría mustia
¡Oh cuánto dolor!
A quien amó tu crecimiento tu madre
Tu perfume de niña
Emoción de un padre con el pecho henchido
No pienso en las lágrimas
de quien amo tu mirada
Dejaste al alba si abrazo
Estrellas sin tu beso, con tu cancionero
Y cuando llueve oigo tu voz, retumban los bombos
Cerquita un violín, un bandoneón
Agitan mis palmas, rememorando tu belleza
Tus ojos de miel, tu boca de esperanzas
Sigue el cielo llorando tu partida, en la brisa tu melodía
Nostalgias que encallaron en mi océano
Princesa de las canciones, de mi tierra de encantos
De un puro folclore.
San Luis Argentina
Noviembre 2 de 2014
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