9/12/2006 | 09:00 | BUENOS AIRES (Télam) -- Un choque en la ruta provincial 13, a 40 kilómetros de Rafaela (Santa Fe), cobró ayer la vida de una joven exponente del folklore nacional, Tamara Castro, y dos de sus compañeros de labor, quienes se dirigían al encuentro de su público para un recital que anoche ofrecerían en Chivilcoy.
BUENOS AIRES (Télam) -- Un choque en la ruta provincial 13, a 40 kilómetros de Rafaela (Santa Fe), cobró ayer la vida de una joven exponente del folklore nacional, Tamara Castro, y dos de sus compañeros de labor, quienes se dirigían al encuentro de su público para un recital que anoche ofrecerían en Chivilcoy.
El viaje formaba parte de una gira que había iniciado en días pasados y que anteanoche la había situado en la mencionada localidad santafesina.
Tamara había elegido el camino más esforzado y quizás el más valioso para difundir sus canciones, recorriendo desde hace más de 20 años peñas, clubes y festivales populares de todo el país.
Nacida el 4 de diciembre de 1972 en Ensenada, partido de La Plata, la cantante y guitarrista se crió y pasó toda su vida en la localidad bonaerense de Coronel Brandsen, donde a los 3 años empezó a concurrir a clases con Oscar Murillo y Mabel Pimentel, fundadores del Ballet Brandsen.
Perteneciente a la denominada "nueva camada" del folklore argentino, pasó su niñez y adolescencia haciendo danzas, participó de un coro, hizo teatro, además de tocar en la Banda Municipal de Brandsen.
A los 11 años, recibió su primera guitarra y a los 12 ya participaba en peñas y festivales locales, hasta que a los 17 viajó a su primer certamen regional en City Bell, donde obtuvo el primer puesto solista vocal femenino.
Ese fue el puntapié inicial para una carrera exitosa basada en su talento para componer y cantar folklore, pero también en la fuerza y la perseverancia para recorrer sin descanso, desde entonces y hasta la fecha, cientos de certámenes municipales, provinciales y nacionales.
Una suma de juventud y experiencia
A los 20 años, luego de terminar sus estudios secundarios, viajó a la Capital Federal para asistir al Instituto Nacional Superior del profesorado de Folklore y conoció a Jorge Milikota, compositor y músico con quien empezó a grabar demos y comenzó a presentarlos en público.
Tocando en una parrilla de General Rodríguez para ganarse la vida, fue descubierta por Titán Amorena (dueño del sello DBN), quien le hizo firmar su primer contrato para una discográfica, hecho del cual en 1998 fue editado Pasiones, su primer disco.
Ese mismo año, actuó por primera vez en el escenario mayor del Festival de Cosquín y también lo hizo en el Festival de Baradero, donde presentó sus canciones con muy buena acogida del público, sus colegas y la prensa especializada.
En 1999, luego del moderado éxito de su debut discográfico, editó Revelaciones, al que siguieron Resplandor (2000), Lo mejor de mí (2002), Endechas (2004) y La patria digna (2005).
En esos álbumes demostró que, junto a ritmos propios del folklore argentino, como la zamba, la chacarera, el gato, los valsecitos y el takirari, podía teñir a las letras y la poesía de sus canciones con preocupaciones y palabras de un alto contenido social.
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